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¿Qué ocurrirá cuando muera el Papa?

  • Hugo Villaseñor Magallon
  • 27 ene 2018
  • 5 Min. de lectura

El Papa es una de las personas más poderosas del mundo. Lo anterior, en virtud de que ejerce poder sobre mil doscientos veintinueve millones de personas. Además, es el Vicario de Cristo en la tierra y el soberano de la ciudad del Vaticano. Los funerales del sucesor de Pedro están contemplados en las leyes canónicas, por lo que la Santa Sede está preparada ya para un evento fúnebre. Así que, ¿qué pasará cuando muera el Papa Francisco o el Papa Benedicto XVI (Aunque a este último no se le apliquen los protocolos completos)?

1. La certificación de la muerte y destrucción del anillo.

Luego de que el Pontífice sea declarado clínicamente muerto por su médico personal, el cardenal camarlengo ingresará a la habitación vistiendo ornamentos morados y escoltado por un destacamento de la guardia suiza. Y, acercándose al cuerpo del Papa, lo llamará tres veces por su nombre de pila. Acto seguido, golpeará su cabeza con un martillo de plata con mango de marfil, y pronunciará en presencia del notario las palabras: Vere Papa est mortuus (En verdad el Papa ha muerto). El notario entonces levantará el acta del deceso. Entonces, los presentes en la habitación se arrodillarán y comenzarán los primeros rituales. Acto seguido, por orden de jerarquía, se acercarán al cuerpo del Papa y besarán su mano.

Cuando el Papa sea oficialmente muerto, el cardenal camarlengo le retirará con reverencia el anillo de las manos y en presencia de un notario vaticano y de un grupo de cardenales, procederá a destruirlo juntamente con el sello de plomo del Pontífice. Oficialmente habrá concluido su pontificado. En ese momento, se anunciará que la sede de Pedro está vacante. Se ordenará retirar los escudos del Pontífice fallecido y poner en su lugar el escudo de tempora sede vacante. La guardia suiza comenzará a escoltar ahora al Colegio de Cardenales.

2. Anuncio de la muerte y luto riguroso.

Una vez que sea levantada el acta que acredite el deceso del Pontífice, el vicario de Roma dará el anuncio de la muerte. Primero se hará a los colaboradores más cercanos del sucesor de Pedro, a los miembros de la Curia y a los cardenales que residan en Roma. Luego, las campanas de la Basílica de san Pedro sonarán y se hará el anuncio a la ciudad de Roma, de la cual el Papa es Obispo, y luego, al mundo entero. Enterada la ciudad de Roma, se ordenará el repique de las campanas de todas las iglesias.

La Ciudad del Vaticano entrará en un tiempo de luto riguroso que durará nueve días. Durante ese tiempo, el periódico oficial, L'Osservatore Romano, imprimirá una franja negra en la portada de sus ediciones. Los ciudadanos vaticanos estarán obligados a usar ropa morada en señal de duelo y roja para los cardenales. Las monedas y estamplillas con la imagen del Pontífice, serán sacadas de circulación. En el tiempo de luto y hasta que sea elegido un sucesor de Pedro, se emitirán nuevas monedas y estampillas con el escudo de armas de la sede vacante.

3. Funerales.

El cuerpo del Papa será embalsamado y preparado para los funerales. Posteriormente será vestido con los ornamentos pontificios (sotana, roquete con encaje, muceta, estola y casulla de color rojo), además se le colocará el palio arzobispal, el solideo blanco y se le calzará con los zapatos rojos. Una vez preparado y vestido el cuerpo, se trasladará a la capilla privada de su Santidad, en el Palacio Apostólico. Ahí, los más cercanos colaboradores harán los respectivos responsorios. La ley canónica prohíbe que se hagan fotos o se grabe el cuerpo del Papa o sus últimas palabras. Pero, el cardenal camarlengo podrá permitirlas en caso de fotos oficiales, siempre y cuando, el cuerpo esté vestido con los ornamentos propios.

Posteriormente, el cuerpo será llevado a la Capilla Sixtina, donde los canónigos penitenciarios dirigirán el primer funeral. El cuerpo del Papa permanecerá ahí un día entero.

Al día siguiente, se colocará al cuerpo del Pontífice la mitra y el báculo. Y, en procesión solemne, será trasladado a la Basílica de san Pedro. Por un breve y emotivo momento, el cortejo fúnebre pasará por la Plaza de san Pedro, abarrotada por miles de fieles que se han reunido con lágrimas en los ojos y pañuelos para despedir a su pastor. Es la primer vez que el cuerpo del Pontífice se muestra en público luego de su deceso. Luego, al ingresar en la Basílica, el Papa es colocado en un catafalco debajo del altar de la confesión. Entonces, la Basílica se abre al público, para que por tres días, miles y miles de fieles de Roma y del mundo, entre ellos jefes de estado, puedan ver el cuerpo de su pastor y profesarle los últimos respetos.

4. Exequias.

Al cabo de esos tres días en que los restos del Pontífice son expuestos a los fieles, la Basílica se cierra y se prepara todo para la misa exequial que se celebrará en la Plaza de san Pedro. Ante un notario de la ciudad del Vaticano y, ante la Curia, el maestro de celebraciones litúrgicas, dirige la preparación fúnebre. Un grupo de mayordomos deposita el cuerpo del fallecido santo Padre en un ataúd de ciprés con forro carmesí. Una vez en el ataúd, el maestro de ceremonias cubre el rostro del Pontífice con un pañuelo de seda. Después, lee ante los presentes un documento con los logros más destacados de su pontificado, el que luego de haber leído en voz alta, agrega al féretro, juntamente con una bolsa de monedas y medallones de su gobierno. Se agrega también su escudo de armas y demás elementos que según Morris West, sirvan para identificar los restos en un futuro. Terminado con este ritual, el ataúd es sellado.

Todo en la Plaza está listo para la misa de exequias. Los mayordomos llevan el féretro hasta la Plaza. Después de ellos, desfilan los cardenales presididos por el decano, quien celebrará las exequias. La misa se lleva como de costumbre. Además de los ritos de la iglesia católica, se practica un rito de la iglesia ortodoxa, en señal de que el Papa es también pastor de la iglesia oriental. Las exequias son también un funeral de Estado, ya que al ser el Pontífice el jefe de aquella Ciudad, a la ceremonia asisten mandatarios de todo el mundo con quién la Santa Sede mantenga relaciones diplomáticas. También asisten representantes de todas las religiones.

5. Sepultura.

Finalizada la misa de exequias, el ataúd de ciprés es colocado sobre uno de plomo con 4 milímetros de espesor, en el que está grabado su nombre, la fecha de inicio de su pontificado y la fecha de muerte, así como su escudo de armas. Este ataúd, es a su vez depositado sobre otro de madera de olmo. Luego, es decendido hasta la cripta vaticana y depositado en una tumba, donde descansará hasta la resurrección de la carne.

 
 
 

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