El peligro de domesticar a María

María es una figura importante en la historia de la Salvación, ya que es el puente entre el Antiguo y Nuevo Testamento. María es una hija de Abraham, el primero en escuchar a Dios en la fe. Es como Sarah, Ana y la madre de Sansón, ya que da a luz contra toda expectativa. Es como Isaías, Jeremías y Ezequiel, los grandes profetas que anhelaban la venida del Mesías. Es el cumplimiento del Arca de la alianza en el templo ya que se vuelve de la manera más realista posible, «la portadora del Verbo Divino». María es paciente, tiene fe y está atenta a la Palabra de Dios y responde con prontitud a la solicitudes divinas. Es interesante que la palabra "prisa" se usa al respecto de María. San Lucas dice que después de la anunciación, se dirigió apresuradamente al monte. Israel tendía a ser lento a responder a Dios; María responde con prisa.

En el festín de las boda de Canán, María se dirige a los sirvientes y les dice a modo de un profeta, maestro y patriarca de Israel, «Hagan lo que Él les diga».

Creo que hay un peligro en la devoción cristiana de presentar a María de una manera demasiado sentimental, exagerada, porque no es una figura sentimental. En la Biblia María recibe el mensaje, es apenas una joven qué le dirige al ángel una pregunta normal «¿Cómo será posible?». Su integridad e inteligencia son respetadas. Ella se mueve por la historia de la salvación con un gran valor y simpleza. Así que no es una figura sentimental, es una gran figura bíblica. Así que es un grave error "sobresentimentalizar" a María. Ella es el discípulo modelo, como lo dijo San Agustín, es el primero y gran discípulo.

(Tomado de la serie 'Catolicismo' de Mons. Robert Barron)

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