Meditar con el evangelio de hoy - II Domingo de Adviento
- Roberto Maravilla González
- 10 dic 2017
- 2 Min. de lectura

En el Evangelio de hoy vemos una de las principales figuras de Adviento. Juan el Bautista. El evangelista San Juan nos muestra la misión principal de este personaje, es «enviado por Dios», para dar testimonio de la «Luz».
Él era de quién el Profeta Isaías había dicho «Yo soy la voz que grita en el desierto: Enderecen el camino del Señor» (40,3).
Juan también fue hijo de una promesa, sus padres, Zacarías, de la clase sacerdotal y su madre Isabel, eran estériles, de este modo podemos deducir que Juan también era perteneciente a la clase sacerdotal. En él se cumple la profecía de que Elías volvería para aliviar al pueblo de Dios.
«Miren, yo envío mi mensajero a prepararme el camino, y de pronto vendrá a su templo el Señor a quién ustedes buscan, el mensajero de la alianza a quien tanto desean; y he aquí que ya viene, dice el Señor todopoderoso (Mal. 3,1).
Apareció Juan proclamando un bautismo de conversión para preparar la venida del Señor. «Yo bautizo con agua, pero en medio de ustedes hay uno, al que ustedes no conocen, alguien que viene detrás de mí, a quien yo no soy digno de desatarle las correas de sus sandalias» (Jn 1,26).
Este personaje sobre todo nos trae un mensaje de esperanza, un mensaje que nos dispone a vivir en relación con Dios. Podríamos decir que es representante de una de las virtudes teologales, «La virtud de la esperanza corresponde al anhelo de felicidad puesto por Dios en el corazón de todo hombre; asume las esperanzas que inspiran las actividades de los hombres; las purifica para ordenarlas al Reino de los cielos; protege del desaliento; sostiene en todo desfallecimiento; dilata el corazón en la espera de la bienaventuranza eterna. El impulso de la esperanza preserva del egoísmo y conduce a la dicha de la caridad. (CCE 1818).
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