El verdadero milagro que dejó la aparición de la virgen de Guadalupe

Quienes conozcan la historia de las apariciones de la virgen de Guadalupe al indio Juan Diego, se dará cuenta que está llena de milagros que Dios realizaba por intercesión de María. Tenemos, por ejemplo, la curación milagrosa del tío Bernardino, el brote de rosas en el cerro del Tepeyac o la aparición de la imagen de la virgen en la tilma de Juan Diego. Pero, todavía hay un milagro mayor que todos los anteriores y que es poco comentado.

El Obispo auxiliar de los Angeles, Mons. Robert Barron, decía que una auténtica aparición mariana, se conoce por sus frutos. Es decir, cuando una aparición es real, tiene un impacto muy positivo en la comunidad. Pero, si la aparición no es real o es un falsa visión, evidentemente, esta no produce nada.

En caso de la aparición de la virgen de Guadalupe, esta si tuvo bastantes frutos. Y es aquí donde encontramos el verdadero milagro. Diez años antes de la aparición guadalupana, a los franciscanos les había costado demasiado evangelizar a apenas un grupo muy pequeño de aztecas. Pero, diez años después de la aparición, todo el pueblo azteca se había convertido al cristianismo.

La virgen de Guadalupe, era en sí misma un mensaje al pueblo azteca. Era un códice que les hablaba y les decía que sus dioses no eran reales. Había algo más grande que el sol, la luna o los astros que ellos adoraban. Los aztecas pudieron leer el mensaje de Guadalupe y de manera milagrosa, convirtieron sus corazones al único Dios vivo que la virgen, como madre amorosa, les enseñaba.

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